Las comunidades energéticas surgieron como un modelo de participación ciudadana en los sistemas energéticos; se trata de un concepto que ha tomado fuerza en los últimos años y que ha llegado para quedarse. Cada vez son más numerosas y se han convertido en un elemento esencial para caminar hacia una sociedad sin emisiones y energéticamente eficiente. Son, en realidad, la vía de acceso fácil de los ciudadanos a las energías renovables, ya sea como productores, como consumidores o para almacenar y vender energía.
Las comunidades energéticas se basan en el autoconsumo energético local, mediante la generación de energía renovable en instalaciones colectivas para un autoconsumo compartido, de manera que la energía generada por el sistema pueda ser compensada mediante una reducción en las facturas de la electricidad o mediante el pago de una tarifa establecida por el uso de la energía.
Se trata de un sistema en el que las personas son las protagonistas, y constituyen una figura legal. En muchos casos son entidades locales o pequeñas y medianas empresas, siempre partiendo de la base de 3 conceptos:
Ø Descentralización de la energía.
Ø Democracias participativas.
Ø Producción de energía renovable.
Podemos encontrar comunidades energéticas constituidas únicamente por empresas, pero siempre deberán estar basadas en una participación abierta y no discriminatoria, de manera que cualquier persona física o jurídica pueda unirse.
¿Cómo funcionan las Comunidades Energéticas?
· Generación de energía: la comunidad realiza la instalación de la infraestructura de generación de energía, como paneles solares, aerogeneradores u otras fuentes renovables, normalmente en terrenos comunes como pueden ser azoteas o cubiertas en edificios.
· Almacenamiento y distribución: al igual que en otros modelos, la energía generada puede almacenarse mediante baterías, para su uso en momentos de menor producción o mayor demanda. La distribución de la energía se realiza de manera local entre los miembros de la comunidad, o puede inyectarse a la red eléctrica pública para compartirla con otras comunidades.
· Consumo compartido: los miembros de la comunidad consumen la energía generada, estableciendo generalmente una tarifa reducida en comparación con la tarifa de un proveedor convencional. Los beneficios, como el ahorro en costes o ingresos por el excedente de energía vendido a la red, son distribuidos entre los miembros de la comunidad.
· Gestión y toma de decisiones: La comunidad establecerá las normas y decisiones sobre el uso, mantenimiento y expansión del sistema. Deben ser democráticas y basadas en el consenso.
Beneficios de una Comunidad Energética
· Ahorro en costes: reducen las facturas de electricidad al producir energía localmente.
· Sostenibilidad: aumenta el uso de energía renovable, contribuyendo a la reducción de emisiones de CO₂.
· Empoderamiento local: los miembros participan activamente en la gestión y toma de decisiones energéticas.
· Independencia energética: al depender menos de grandes proveedores, mejoran la resiliencia frente a variaciones de precios y cortes de energía.
La Unión Europea apuesta firmemente por el desarrollo de proyectos de comunidades energéticas reconociendo su función y los derechos a generar, consumir, vender, gestionar y almacenar energía renovable.
Aun así, el gran reto al que se enfrentan las comunidades energéticas es la falta de un marco normativo definido. Desde hace un tiempo, la Unión Española de Energía Fotovoltaica (UNEF), ha solicitado un Real Decreto que garantice el desarrollo de las comunidades energéticas, al igual que se produjo con el autoconsumo, de manera que se consoliden como la herramienta clave en el modelo energético sostenible y la posibilidad de llevarlo a cabo.
El Real Decreto 244/2019 asentó hace cinco años el derecho al autoconsumo, y en los próximos años esperamos que el derecho a compartir la energía sea una realidad que permita que los objetivos fijados para 2030 y una sociedad más sostenible sea posible.